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Italian » Spanish - 4 finalists


Severgnini, Beppe. "Sport filosofico". 389 words
George Harrison era il mediano dei Beatles. Mediano geniale (non ci avrebbe regalato Something e Here Comes the Sun). Ma, comunque, un mediano. La mezzala era Paul McCartney. L’ala sinistra, senza dubbio, John Lennon. E con due così là davanti, i Fab Four potevano permettersi di tenere in squadra anche Ringo Starr, il Gamarra della situazione.

Il ragionamento, se ci pensate, si può estendere a famiglie, uffici, coppie, redazioni, associazioni e circoli ricreativi.

...Dimenticavo: ci sono quelli nati per fare gli arbitri. Ne conosciamo tutti: ogni volta che sorge una discussione, sentiamo nelle orecchie il loro antipatico fischietto. Non è una faccenda acustica, naturalmente. Il fischio può diventare un’occhiata, un silenzio, una smorfia, una particolare inclinazione della testa. L’uomo-nato-arbitro – o la donna: questa è una categoria dove molte femmine arrivano a livelli d’eccellenza – vuole decidere, stabilire, pacificare, mettere d’accordo. Anzi: dirimere. Il motto dell’arbitro per vocazione è: «Io dirimo».

Per dirimere – un’attività che gli procura un piacere quasi fisico – l’arbitro sceglie toni concilianti, oppure parole dure: dipende dalla sua personalità, e da come s’è svegliato quel mattino. Poi assegna punizioni (dirette, indirette), richiami, ammonizioni, occasionali espulsioni (in seguito si riunisce con la sua coscienza e stabilisce le giornate di squalifica).

Non c’è ufficio, compagnia, associazione o famiglia che non sia dotata di un arbitro. Talvolta è la persona più saggia, spesso la più impicciona. Nessuno le ha chiesto niente. Ma lei accorre, saltellando attraverso il campo della nostra vita. Ho litigato col mio fidanzato-portiere; di che t’impicci?, ragiona la ragazza-ala sinistra. Ma lui, l’arbitro, arriva con la faccetta compunta e la soluzione pronta. E magari il fidanzato viene cacciato, quando sarebbe stato sufficiente un richiamo verbale.

E i guardalinee, direte voi? Certo, ci sono anche loro. Aiutano l’arbitro a prendere le decisioni nella vita degli altri. Il tipico guardalinee si sente realizzato quando segnala un fuorigioco sospetto. Per esempio: voi siete a cena per lavoro con una bella collega, lui vi vede, riferisce al direttore di gara – non chiedete quale gara, lo sa lui – il quale, alla prima occasione, ne parla a vostra moglie, che non capisce e non gradisce (talvolta, le due cose insieme).

Come ovviare a tutto questo? Semplice: ammonite arbitro e guardalinee. Alla seconda ammonizione, cartellino rosso: fuori dai piedi. Il bello di questa partita è che si può fare.







Entry #1 - Points: 12 - WINNER!
George Harrison era el medio campo de los Beatles. Un mediocampista genial (de otro modo no nos podría haber regalado Something o Here Comes the Sun). Pero, aún así, un medio campo. El delantero interior era Paul McCartney. El ala izquierda, sin duda, era John Lennon. Y con esos dos al frente, los Fab Four también podían permitirse tener en el equipo a Ringo Starr, el Gamarra de la situación.

Este razonamiento, si lo pensamos, se puede extender a la familia, oficina, pareja, redacciones, asociaciones y círculos recreativos.

…Me olvidaba: Están aquellos que nacieron para ser árbitros. A esos los conocemos todos: Cada vez que surge una discusión, sentimos en nuestros oídos su antipático silbato. Naturalmente, no se trata sólo de una cuestión acústica. El silbato puede ser una mirada, un silencio, una mueca, una inclinación particular de la cabeza. El hombre nacido para ser árbitro…o la mujer: esta es una categoría donde muchas mujeres alcanzan un nivel de excelencia: quieren decidir, estabilizar, pacificar, ponerse de acuerdo. O mejor aún: Dirimir. El lema del árbitro por vocación es: «Yo lo resuelvo».

Para dirimir, (actividad que les proporciona un placer casi físico), el árbitro elige un tono conciliatorio o palabras duras: depende de su personalidad y de con qué humor se ha levantado esa mañana. Luego impone los castigos (directos, indirectos), avisos, amonestaciones, expulsiones ocasionales (después se reune con su conciencia y establece las jornadas de descalificación).

No hay oficina, compañía, asociación ni familia que no tenga un árbitro. A veces es la persona más sabia, a menudo la más entrometida. Nadie le ha pedido nada. Pero igual acude trotando a socorrernos, atravesando el campo de juego de nuestra vida. Me he peleado con mi novio-arquero; ¿por qué te metes?, razona la chica del ala izquierda. Pero él, el árbitro, se acerca con la cara compungida y la solución lista. Y tal vez el novio termina expulsado, cuando sólo habría bastado un amonestación verbal.

¿Y los guardalíneas, dirán ustedes? Cierto, también están ellos. Ayudan al árbitro a tomar las decisiones sobre la vida de los demás. El típico guardalínea se siente realizado cuando señala un fuera de juego sospechoso. Por ejemplo: vamos a una cena de trabajo con una bella colega. él nos ve, se lo cuenta al director del campeonato, (no me preguntes qué campeonato, sólo él lo sabe), quien a su vez se lo cuenta a nuestras esposas, que no entienden nada y no les hace ninguna gracia (a veces las dos cosas juntas).

¿Cómo evitar todo esto? Muy simple: Amonestar al árbitro y al guardalínea. A la segunda amonestación, tarjeta roja: Fuera de nuestro camino. Lo bueno de este partido es que se puede hacer.
Felicitaciones, Maria!



Entry #2 - Points: 6
anonymous
George Harrison era el mediocampista de los Beatles. Un mediocampista genial (de no ser así, no nos habría regalado Something y Here Comes the Sun). Pero, un mediocampista de todos modos. El delantero interior era Paul McCartney. El ala izquierda, sin duda alguna, John Lennon. Y con esos dos delante, los Fab Four podían incluso permitirse tener en el equipo a Ringo Starr, el Gamarra de la situación.

Si nos paramos a pensar, el razonamiento se puede aplicar a familias, oficinas, parejas, redacciones, asociaciones y círculos recreativos.

…Olvidaba: están los que han nacido para ser árbitros. Todos conocemos alguno: cada vez que surge una discusión, se oye el sonido antipático de su silbato. Naturalmente, no es una cuestión acústica. El silbato puede ser una mirada, un silencio, una mueca, una cierta manera de inclinar la cabeza. El hombre nacido árbitro, o la mujer: esta es una categoría donde muchas mujeres alcanzan niveles de excelencia, quiere decidir, determinar, apaciguar, conciliar. Aún más: dirimir. El lema del árbitro por vocación es: >.

Para dirimir, una actividad que le procura un placer casi físico, el árbitro escoge tonos conciliadores o palabras duras: depende de su personalidad, y de cómo se haya levantado esa mañana. Después asigna castigos (directos o indirectos), avisos, amonestaciones, expulsiones ocasionales (seguidamente se reúnen él y su conciencia para establecer las jornadas de descalificación).

No hay oficina, compañía, asociación o familia que no tenga su propio árbitro. A veces es la persona más sabia, a menudo la más entrometida. Nadie le ha pedido nada. Pero acude brincando por el campo de nuestra vida. Me he peleado con mi novio portero; ¿y a ti que te importa?, piensa la chica del ala izquierda. Pero él, el árbitro, llega con carita de pena y una solución para la ocasión. Y hasta puede que el novio sea expulsado, cuando habría sido suficiente con un aviso verbal.

¿Y los jueces de línea, dirán ustedes? Es verdad, también están ellos. Ayudan al árbitro a tomar las decisiones en la vida de los demás. El típico juez de línea se siente realizado cuando señala un fuera de juego sospechoso. Por ejemplo: usted tiene una cena de trabajo con una colega guapa, él os ve, se lo cuenta al supervisor de la competición, no pregunte qué competición, solo él lo sabe, el cual, a la primera ocasión se lo cuenta a su mujer, que no comprende o se molesta (tal vez las dos cosas).

¿Cómo evitar todo esto? Muy sencillo: amoneste a árbitros y a jueces de líneas. A la segunda amonestación, tarjeta roja: Y, ¡adiós, muy buenas! Lo bueno de este partido es que se puede hacer.
Enhorabuena a la ganadora a Rosana y a Mirta.



Entry #3 - Points: 5
George Harrison era el medio de los Beatles. Un medio genial (si no no nos habría regalado Something, ni Here Comes the Sun). Pero, en cualquier caso, un medio. El delantero centro era Paul McCartney. En el ala izquierda, sin duda, John Lennon. Con semejante par delante, los Fab Four se podían permitir el lujo de tener también en el equipo a Ringo Starr, el gamarra de la situación.

Si os paráis a pensar, el razonamiento es extendible a la familia, oficinas, parejas, redacciones, asociaciones y círculos recreativos.

... Se me olvidaba: están también los que han nacido para hacer de árbitros. Son de todos conocidos: cada vez que surge una discusión, sentimos en los oídos su antipático silbato. Claro que no es una cuestión acústica. El silbido puede materializarse en una mirada, un silencio, una mueca, una particular inclinación de la cabeza. El hombre-nacido-para-árbitro- o la mujer: esta es una categoría en la que muchas féminas alcanzan cotas de excelencia - hace falta decidir, establecer, pacificar, acordar. Mejor dicho: dirimir. El lema del árbitro por vocación es: "yo dirimo".

Para dirimir - una actividad que le proporciona un placer casi físico - el árbitro escoge tonos conciliadores, o bien palabras duras: depende de su personalidad, y de qué pie se haya levantado esa mañana. Y así administra castigos (directos, indirectos), reprimendas, advertencias, expulsiones ocasionales (para acto seguido reunirse con su conciencia con el fin de fijar el número de jornadas de descalificación).

No hay oficina, compañía, asociación o familia que no esté dotada de árbitro. A veces es la persona más sabia, a menudo la más plasta. Nadie le ha preguntado nada. Pero le falta poco para abalanzarse a saltos por el campo de nuestra vida. Me he peleado con mi novio el portero; ¿para qué te metes? razona la chica del ala izquierda. Pero él, el árbitro, llega con el careto compungido y la solución a punto. Y tal vez el novio viene tocado y habría bastado una reprimenda verbal.

¿Y qué me decís de los jueces de línea? Pues sí, también hay de estos. Ayudan al árbitro a tomar una decisión en la vida de los otros. El típico juez de línea se siente realizado cuando señala un fuera de juego sospechoso. Por ejemplo: estáis en una cena de trabajo con una guapa colega, él os ve, informa al director de la competición - no preguntéis qué competición, él ya lo sabe - quien, a la primera de cambio, se lo cuenta a vuestra mujer, que no entiende nada y no le hace nada de gracia (en ocasiones, ambas cosas a la vez).

¿Cómo pasar por alto todo esto? Es muy simple: amonestar al árbitro y al juez de línea. A la segunda amonestación, tarjeta roja: largo de aquí. Lo bonito de este partido es que se puede hacer.



Entry #4 - Points: 4
George Harrison era el mediocampista de los Beatles. Mediocampista genial, por cierto, de no ser así no nos hubiera regalado Something y Here Comes the Sun, pero, de todos modos, un mediocampista. Paul McCartney era el delantero; y el puntero izquierdo, sin duda alguna, John Lenon. Y con dos delanteros así, los cuatro de Liverpool podían permitirse tener en el equipo un Ringo Star, el Gamarra de la situación.

Si piensan bien, este razonamiento se podría extender a las familias, oficinas, parejas, relaciones, asociaciones y círculos de entretenimiento.

... Me olvidaba: existen personas que nacieron para ser árbitros. Todos conocemos una. Cada vez que surge una discusión, sentimos su antipático pito. No se trata de una percepción acústica, naturalmente; el silbido puede ser una mirada, un silencio, una mueca, una particular inclinación de la cabeza. El “hombre que nació árbitro”, o la mujer -esta es una de las categorías en la cual muchas mujeres han alcanzado niveles de excelencia- quiere decir, establecer, pacificar, poner de acuerdo, es decir, dirimir. La consigna del árbitro, por vocación, es: «yo dirimo».

Para dirimir -actividad que le proporciona un placer casi físico-, el árbitro elije tonos conciliadores o palabras duras; depende de la personalidad que tenga y de como se ha despertado ese día. Después, distribuye puniciones (directas, indirectas), advertencias, recriminaciones, ocasionales expulsiones (más tarde, se reunirá con su consciencia y establecerá cuántos días durarán las represalias).

No hay oficina, compañía, asociación o familia que no tenga un árbitro. A veces se trata de la persona más sensata... la más de las veces, de la más entrometida. Nadie le ha pedido nada, pero ella acude, trotando a través del campo de nuestra vida.
Me peleé con mi “novio golero”. ¿Y qué te importa?, piensa la “chica delantero izquierdo”. Pero el árbitro llega, con la cara compungida y la solución pronta. Y talvez expulse al novio, cuando hubiera sido suficiente una amonestación.

¿Y el juez de línea?, se preguntarán ustedes. Claro, también existe. Ayuda al arbitro a tomar decisiones en la vida de los demás. El típico juez de linea se siente realizado cuando señala una sospechosa posición adelantada. Por ejemplo, ustedes están en una cena de trabajo con una hermosa colega, él los ve, le comenta al director de la lid (no pregunten cuál lid; solo él lo sabe), quien, en la primer ocasión que se le presenta se lo cuenta a su mujer la cual no entiende y no se complace (a veces las dos cosas juntas).

¿Cómo evitar todo esto? Simple: advirtiendo arbitro y juez de linea; y a la segunda advertencia, tarjeta roja: ¡fuera de aquí!
Lo bueno de este partido es que se puede jugar.



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