El piso era de piedra lisa y blanca; las sillas, estructuras primitivas de respaldares altos y pintadas de verde: una o dos de ellas, pesadas y negras, se alzaban en la sombra. En un arco bajo la cómoda yacía una enorme perra pointer de color purpúreo, rodeada de una camada de cachorros chillones. Otros perros rondaban por otros rincones.
El apartamento y los muebles no hubieran sido nada extraordinario si hubieran pertenecido a un granjero ordinario y norteño,
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